lunes, 4 de marzo de 2013

PLE (Entorno Personal de Aprendizaje)

Ayer se me olvidó comentaros el trabajo que nos pidieron en el curso y que surgió de la idea de contactar, en un principio, al alumnado de cursos superiores con los de cursos inferiores, llegando a terminar la propuesta, además de esa idea, la de hacer lo mismo pero con alumnado de otras universidades españolas y extranjeras. Si queréis echarle un vistazo, aquí tenéis el enlace, para que veáis qué hicimos: 
grinugr.wikispaces.com/L2L. Ya me diréis qué os parece la idea porque, si os gusta, puede llevarse a la práctica en un futuro.

domingo, 3 de marzo de 2013

Aprendizaje en la red

Antes de comenzar el segundo semestre asistí a un curso denominado 'La Web social en el aprendizaje'. Se realizó durante una semana llamada GrenWeek. Personalmente, las sesiones que más me gustaron fueron las de Fernando Trujillo, al que me referí en alguna ocasión en clase, que habló de cómo utilizar las redes sociales (entre muchas otras cosas) en el aula. Por eso, os propuse lo del grupo en Facebook, a ver qué resultado da. Para ver su presentación, os remito a su blog: http://blog.fernandotrujillo.es/

Además, podréis ver entradas interesantes sobre los trabajos por proyectos, que completarán lo que hicimos el pasado semestre.

Otra sesión que me gustó fue la de David Álvarez, experto en PLE (Entorno Personal de Aprendizaje) y que nos hizo trabajar en grupo, creando un BRIEFING o Design thinking y diréis ¡qué cosas se le ocurre hacer a la profe! Pues sí, es la mejor manera de que el blog sirva para algo, que Facebook sirva para conoceros e intercambiar cosas interesantes para vosotras, y más cosas que iré haciendo poco a poco. 

Una cosa que me pareció muy interesante fue la diferencia que establecía F. Trujillo sobre el tipo de profesor que queremos ser. El habla del profesor o educador PUSH, que sería el equivalente al profesor tradicional, que llega al aula a soltar su rollo e irse después de haber mandado tarea y el profesor o educador PUSH , que, evidentemente, es todo lo contrario. Tal y como dice en su blog, 'motiva a sus estudiantes para salir juntos a la búsqueda de información que pueda ser procesada para generar conocimiento.' De ahí el asistir a cursos como el que os hablo. El profesorado tiene que estar en constante aprendizaje y perfeccionamiento, por eso hice este curso del que, he de reconocerlo, algunas cosas era la primera vez que las oía, pero ahora creo que puedo medio manejarme, sólo medio, pero seguiré aprendiendo y vosotras lo veréis...

domingo, 17 de febrero de 2013

Los hermanos Grimm

Os adjunto un artículo aparecido en el XL Semanal muy curioso.

200 años de los hermanos Grimm

No son cuentos para niños

17/02/2013 -E. Font  XL Semanal
'Caperucita Roja', 'La Cenicienta', 'Blancanieves', 'Hansel y Gretel'... Casi ningún cuento infantil existiría hoy sin los hermanos Grimm. No los inventaron, pero los rescataron de la tradición oral y los pusieron sobre un papel. Nunca se propusieron escribir para niños. Querían fundar la gramática y la filología alemanas. Construir una identidad nacional. Dos siglos después de la publicación de los relatos que les dieron fama mundial, indagamos en la extraña personalidad de estos genios que hoy serían calificados de auténticos 'frikis'.

«No deberíamos separarnos nunca», escribió Jacob Grimm a su hermano Wilhelm desde París, en 1805. Tenía 20 años. Y así fue. Vivieron juntos toda su vida.
Jacob terminaba ese año en París sus estudios de Derecho, pero apenas estuvo diez meses separado de su hermano. Esa unión fraternal, íntima como pocas, comenzó desde su nacimiento (Jacob, en 1785, y Wilhelm, un año después). Fueron los dos hijos mayores de un acomodado magistrado de Hanau y de la hija de un concejal. Tras ellos nacieron otros seis hermanos. Ni ellos ni Alemania lo tuvieron fácil en aquella época. Tras la independencia de Estados Unidos, en Francia rugía la Revolución; y Alemania, un mosaico de reinos, principados y condados diminutos, buscaba su propia identidad nacional en medio de cruentas luchas por el poder y ocupaciones militares.
En ese contexto se entiende el trabajo que los haría famosos. A partir de 1806, y durante seis años, los hermanos Grimm se dedicaron a reunir cuentos, mitos y leyendas populares, transmitidas hasta entonces de forma oral. Su afán no era entretener a los niños, sino salvaguardar su país. Los Grimm tenían una misión: querían honrar una parte de la historia cultural alemana que, creían, se perdería para siempre. Ese fue el motor de todo su trabajo, que no se limitó a los cuentos. Sus trabajos sobre gramática y mitología y, especialmente, su monumental diccionario pusieron los cimientos de la Germanística como disciplina académica.
Pero a los Grimm les costó hacerse un hueco entre la intelectualidad alemana. En 1796 quedaron huérfanos: su padre murió de forma repentina... y con él se acabaron los ingresos familiares. De Hanau se fueron a vivir con una tía a Kassel, que los envió, con 12 y 13 años, a un liceo de clase alta, pagado por ella, pero donde no fueron muy bien recibidos dada su penuria económica. Compartían la misma cama y superaron juntos la soledad y el desdén social estudiando diez horas al día. Allí mismo un profesor, Friedrich Carl von Savigny impresionado por el ansia de aprender de Jacob, le abrió su biblioteca privada, encendiendo en él su obsesión por la literatura alemana, las leyendas y los cuentos.
A los 17 años, Jacob se fue a estudiar Derecho a la Universidad de Marburg, y Wilhelm lo siguió un año después. De nuevo fueron excluidos de la vida social por su escasez de dinero, lo que los llevó a centrarse obsesivamente en sus estudios. Con todo, Jacob y Wilhelm eran muy distintos. La mayoría de los retratos que conocemos de ellos los realizó su otro hermano, Ludwig Emil, autor también de las ilustraciones de sus libros de cuentos. En esos retratos, Jacob aparece erguido, con la frente alta, desafiante; Wilhelm, enfermizo, con la mirada perdida. El mayor era introvertido e irascible; el pequeño, encantador y sociable.
«Pero los dos eran muy obstinados», dice Andreas Döring, director del Youth Theater Göttingen, que los ha estudiado a través de cartas y documentos. Döring tiene su propia definición de los hermanos: «Eran adictos al trabajo, moralistas y muy 'frikis'». Jakob era un auténtico nerd de la época, encerrado siempre entre libros y reacio a relacionarse socialmente, especialmente con mujeres. Wilhelm, en cambio, tenía éxito con las chicas y mantuvo un sonado romance con una joven hasta que la acaudalada familia de esta acabó prohibiendo la relación por la diferencia de clase. Su precaria situación había empeorado en 1808, cuando perdieron a su madre. Jacob trabajaba en la biblioteca de Kassel, pero apenas podía mantener a sus cinco hermanos. A Wilhelm le fue difícil encontrar empleo debido a problemas de asma y a un padecimiento cardiaco. Los Grimm vivían tan austeramente que en 1812, el año en que se publicaron sus primeros cuentos, sobrevivían con una comida al día.
La primera edición de los cuentos no resultó un alivio económico. Apenas se vendió. La edición de 1825, que se imprimió en formato pequeño y más barato, en cambio, ya llegó al público. Ahora bien, no al que ellos esperaban, los intelectuales germanos, sino a otro: los niños. Llegaron a hacerse más de diez ediciones y pronto se tradujo al inglés.
A partir de ahí, los hermanos comenzaron a suavizar las historias, hacerlas menos cruentas, eliminar la sexualidad explícita y el maltrato y abandono de los padres en los relatos (por otro lado, habitual en la época) para que pudiesen ser accesibles a todos los públicos.
En 1825 ocurrió algo que, sin duda, tuvo que ver con este sutil giro. Wilhelm contrajo matrimonio con Henriette Dorothea Wild, la hija del boticario, que desde hacía ya más de 15 años los ayudaba a recopilar algunos de los cuentos populares. Dortchen, como la llamaban, fue elegida por los hermanos con pragmatismo alemán. Alcanzados los 35 años, decidieron que uno de ellos tenía que casarse. Necesitaban una mujer en casa. Y alguien capaz de comprender su obsesión por el trabajo y su otra determinación: vivir juntos. Dortchen pareció entenderlo, porque los tres vivieron juntos con los cuatro hijos del matrimonio.
La convivencia con Dorothea, desde luego, dio para habladurías. El filólogo Richard Cleasby, estudioso de los Grimm, asegura que la armonía en el hogar era tal «que uno puede imaginar que los niños eran propiedad común». De hecho, una novela especula sin la menor prueba documental con que la hija pequeña de Dorothea, Barbara Auguste, era en verdad hija de Jacob. Wilhelm y Dorothea llamaron Jacob a su primer hijo, que murió antes de cumplir un año. Tuvieron después otros tres niños que sobrevivieron, Herman, Rudolf y Barbara Auguste. Herman, un erudito como ellos dedicado a la cultura alemana, fue profesor de Filosofía y Derecho y editor de varios libros de Goethe. Murió en 1901 tras haberse convertido al budismo; Rudolf fue abogado y murió en 1889. Dos años después falleció su hermana. No les sobrevivieron descendientes directos.
En la labor de recopilación de los cuentos, los Grimm se valieron de la ayuda no solo de Dortchen, sino de unas 40 personas. La principal fuente, y la única reconocida con nombre y apellido, fue Dorothea Viehmann, hija de un tabernero que había oído muchas historias de viajeros. Uno de sus tesoros es La cenicienta. Otra de sus informantes aparece registrada con el nombre de Marie, amiga de los Grimm, y fue quien les narró Caperucita Roja, Blancanieves y La bella durmiente.
Los Grimm pagaban por los cuentos, que etiquetaban y archivaban. Eran verdaderas ratas de biblioteca, exploradores de los misterios de la lengua; muchos de los cuales llegaron a resolver y dominar de forma magistral. Sagas danesas, gramáticas serbias, variaciones de la pronunciación del alemán, sánscrito... Todo les interesaba.
También la política. Sus ideas liberales le valieron a Jacob en 1837 la expulsión de la Universidad de Gotinga, aunque poco después fue elegido miembro de la Academia de Ciencias de Berlín. Y por su defensa durante años de la reforma democrática, Wilhelm logró en 1848 un acta de diputado en el primer parlamento alemán elegido democráticamente. Sin embargo, en los últimos años de sus vidas dejaron la política y la enseñanza para concentrarse en su obra magna: el gigantesco Diccionario alemán, de no menos de 32 volúmenes. Pese a que no lo acabaron, la obra sigue considerándose una referencia esencial para la etimología alemana.
Wilhelm murió en Berlín a los 73 años. Jacob, poco después, a los 78. Hasta el último instante estuvo escribiendo entradas para el diccionario. Su última anotación fue la definición de frucht, 'fruta'.
Cinco cosas que no sabe de los cuentos
1. Nacionalismo. A comienzos del siglo XIX, la fiebre nacionalista bullía en Europa. Alemania era un mosaico de varios reinos y se hizo necesario construir la nación sobre la base de una lengua y una poesía comunes. Los Grimm creían que los relatos populares guardaban el ser primigenio de los alemanes y consolidarían el país.
2. Machismo. Las mujeres de sus cuentos son rencorosas, malvadas, vanidosas, crueles. Hansel y Gretel son abandonados por su madre en el bosque. Es más, es ella la que insiste en abandonarlos, pese a las protestas del padre. El cuento se adentra en otro tabú germánico aún más profundo: el canibalismo. Hansel debe sacar su dedo de la jaula para que la bruja compruebe si los niños están ya gordos como para sacrificarlos. Un canibalismo que fue común en la Guerra de los Treinta Años.
3. Nazismo. Los aliados consideraron que los cuentos de los hermanos Grimm fueron un caldo de cultivo perfecto para los delirios nazis. Por eso, los los prohibieron al final de la Segunda Guerra Mundial. El mayor británico T. J. Leonard, por ejemplo, pensaba que los alemanes habían acostumbrado a sus hijos «a toda suerte de crueldades y perversidades», por lo que era fácil para ellos asumir «el papel de verdugo». El escritor Günther Birkenfeld, llegó a atribuir a los cuentos «las atrocidades de Belsen y Auschwitz».
4. Marxismo. Pese a ello, los cuentos fueron rehabilitados enseguida en la zona alemana de ocupación soviética. ¿La razón? La familia Marx los había tenido en muy alta consideración. En la RDA estaban considerados una herramienta educativa proletaria y activadora de la conciencia de clase.
5. Culto asiático. En China y Japón, los cuentos de los hermanos Grimm son tanto o más populares que en Alemania. Los asiáticos son los que más visitan su museo y los bosques que inspiran sus cuentos.
Para saber más: www.grimms.de. Web del Museo de los Hermanos Jacob y Wilhelm Grimm en Kassel (Alemania).
The brothers Grimm: two lives, one legacy. Donald R. Hettinga. Clarion Books. Nueva York, 2001.

Nuevo semestre

A punto de empezar un nuevo semestre, os dejo este enlace para que lo leáis:
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/02/16/actualidad/1361037969_843190.html